El membrillo es una fruta que es muy tradicional de orígenes muy antiguos. Hay que cocinar el membrillo porque cuando esté crudo esté muy duro y ácido. Todo cambia cuando se cocina ya que mantiene su forma y estructura y libera un aroma y sabor exquisito que se presta bien a ser incluido en postres. En Gibraltar y alrededores es tradicional hacer una compota de membrillo cuando es la época, en otoño e invierno.
Lo bueno del membrillo es que no pierde su estructura cuando se cocina y adquiere una textura suave y una fragancia que siempre me lleva a mi niñez cuando mi abuela hacía este postre. Esta receta es muy fácil, lo más difícil es pelar los membrillos. No hay que dejar que estos postres sencillos y tradicionales se pierdan, sobre todo cuando con pocos ingredientes se consigue algo que está tan rico e indulgente. Las semillas del membrillo ayudan a soltar mucílagos y pectinas que ayudan a espesar el almíbar y dar mejor consistencia y color.